viernes, 20 de febrero de 2009

Hace como 10 años que no hacía esto

- ¿Bajas hasta el Ángel?
- ......
- ¡¿Bajas hasta el Ángel?!
- Sí
-Pos´ cóbrate uno carnal.

Que quede claro que mi posición oficial es que el transporte público apesta y todos los microbuseros deberían arder en leña verde. Ya que dejamos eso atrás puedo parsar a otra cosa.

Resulta que estaba yo a la mitad de la nada en viernes a las 6 de la tarde. Normalmente cuando estoy en esas situaciones, que por cuestiones de trabajo son frecuentes, le hablo al servicio de taxis con el que tenemos convenio en la oficina y me manda una “unida” la cual hay que esperar según que tan lejos de la civilización esté uno.

Por lo mismo cuando voy a estos lugares remotos en las afueras de la ciudad pido mi taxi con mucho tiempo de anticipación, en este caso hice la primer llamada a las 5 de la tarde, eran las 6 y seguían sin conseguir uno que fuera a recogerme, por lo que tenía tres opciones:
1.- Esperar quién sabe cuanto tiempo a que un desgraciado de esos se dignara a ir hasta casa del caldo por mi y entonces esperar alrededor de una hora a que llegara y después sufrir otro ratote en el tráfico
2.-Conseguir una pistola y darme un tiro en el pie para que una ambulancia fuera a recogerme y depuse pedirle de manera amable al señor ambulanciero, alias chofer, que me llevara a un hospital que estuviera cerca de mi casa.
3.- Utilizar el transporte público.

Decidí que lo mejor sería la tercera opción ya que quedarme sentado como niño hongo en la calle esperando a que “algo” pasara la verdad no me llamó mucho la atención, y aunque estuve tentado a volarme el pie creo que se hubiera complicado un poco la cosa después de llegar al hospital. Así que por primera vez en cerca de diez años me subí a un camión.

Tengo que decir en mi defensa que durante algún tiempo utilicé mucho el transporte público. Sí se moverme en micros, peseros, camiones o como les quieran llamar y conozco todas las líneas del metro… bueno, la neta la línea A no y el tren suburbano menos, pero igual se que pocas experiencias en el mundo se comparan con estar en la estación del metro Pantitlán en 5 de enero a las 6 de la tarde, eso es hardcore y no estupideces. Afortunadamente no tuve que utilizar el transporte público por mucho tiempo ya que mis padres me heredaron el auto viejo de la casa cuando estaba en la preparatoria y a partir de ahí mis aventuras en los micros fueron cada vez más esporádicas.

Después de tomar la decisión lo único que necesitaba era saber a cuál demonios subirme, la solución más fácil es preguntarle al chofer y después de que varios me dijeran que no iban a donde yo, me di cuenta que tendría que agarrar más de uno y ahí está el problema, por que como era de esperarse se me pasó la parada y acabé bajándome mucho después de lo necesario en el primer camión que tomé, por lo que tuve que tomar otro para regresar al punto en el que tenía que tomar el segundo… que ahora era el tercero.

Lo bueno del último camión que tomé fue que como me subí muy al principio de la ruta venía casi vacío, por lo que me fui sentado todo ese trayecto, y tengo que decir que fue bastante cómodo por que aunque eran de esos asientos de plástico más duros que la crisis, justo eso era lo que hacía que vibraran de manera bastante agradable, igual que en muchos autos de lujo en los que la gente gasta cientos de miles de pesos y lo presumen como si fuera lo máximo. “¿Ya viste güey, los asientos del nuevo BMW 750 dan masaje y toda la cosa?” La siguiente vez que alguien me diga algo así me veré obligado a mencionar el arcaico, pero efectivo, sistema de masaje en los asientos de los camiones de servicio público.

Hubieron cosas que me agarraron por sorpresa después de tanto tiempo de no subirme a uno. Una muy notoria es que en los últimos diez años la tecnología ha avanzado a pasos agigantados, tanto que ahora todo mundo trae celular, iPod, etcétera. La última vez que viajé en camión eso de tener celular era como muy raro y caro, lógicamente yo no tenía uno, por lo que hoy tuve mi primer conversación por celular en un camión.

También todo mundo trae iPod… o dispositivos de música personales con audífonos blancos, el chiste es que ni el walkman tenía a tanta gente esclavizada. La verdad no los culpo, es eso o escuchar un cover rock/pop/cumbia de ¿Y cómo es él? de José Luis Perales, que yo me imagino interpretaba alguien así como Charlie Montana. O la canción que siguió que no se cual era pero un muchacho que iba parado junto a mi cantaba muy alegre, sobre todo en el coro que decía algo así como “y saliste a la calle con el bolso que él te regalo…” o algo así.

Claro que puedes bloquear la música sui géneris y poner atención a las conversaciones de los demás que pasan de manera abrupta de algo acerca de una operación de injerto de piel a discutir si Luis Miguel tocó o no en el Auditorio Nacional… en la misma oración.

Al final sólo hice hora y media de camino con todo y el camión extra que tomé a lo menso, y como tenía tanto tiempo sin hacerlo creo que hasta lo disfruté. Definitivamente creo que el transporte público tiene peor fama de la que merece. Recorrí cerca de 20 kilómetros en un vehículo con chofer, con una selección musical innovadora y hasta masaje, todo eso acompañado por una conversación entretenida (aunque yo no haya participado en ella) y un punto de vista diferente del caos vial de la ciudad. Todo eso por la mísera cantidad de 8.50 pesos(sin contar los 4 que pague en el que tomé de más a lo baboso). Definitivamente fue mejor que estar como idiota esperando a que pasara el taxi por mi.

Si viajas en transporte público una vez cada diez años… está bien chido. Si viajas en transporte público diario… date un tiro en el pie, por lo menos cambiaras la rutina.

2 comentarios:

Doña M dijo...

OK... escribí la cosa larga y bonita y laaaaaarga pero sobretodamente muy bonita y la estupidez esta no la guardó.

El resumen breve y nada bonito es así:

1.- Eres mi héroe.
2.- Mi mamá, tu suegra, siempre me obligó a subir a los camiones y eso hizo que la experiencia, de por sí poco cómoda, fuera además, temible.
3.- Hasta el día que murió le dio algo de asquito que yo fuera incapaz de moverme si no era en coche. Le avergonzaba desde su izquierdoso corazón.
4.- Eres mi héroe.

La Nena Mounstro dijo...

jajaja darme un tiro en el pie para que me hubiera recogido una ambulancia nunca lo habia pensado. Podrias haber atracado un OTSO tambien, asi llegaba la tira y te subia a la julia, y te llevaban en coche.

Una de las tantas penas de ser " fresas" es la dependencia que causa tener una nave, a mi tambien me heredaron un Dart K ( de esos que la policia usaba en los 80`s) a los 18 años y desde ahi hasta el dia de hoy tengo nave. Yo no puedo imaginar ni en mis sueños mas afiebrados salir de mi casa a las 6 de la mañana caminar al metro, subirme y transbordar BALDERAS a las 7 de la mañana.

Hace una semana use el metrobus pero solo fue por esa semana, y com dices hasta se siente uno re diferente, re rural, re proletario y se siente chido UN DIA pero vivir eso diario, yo tambien me inyecto una epidural.